
Estoy en mi despacho, ultimando unos temas con la directora de proyectos. Me avisan de recepción de que hay una Señora que pregunta por mí, y que no quiere identificarse, que manifiesta que soy yo quien necesita verla y que, cuando sepa quién es, dejaré todo lo que esté haciendo para atenderla. Estoy abstraído en los asuntos que estamos viendo, pero un rayo de luz atraviesa mi mente, un presentimiento, y le digo a la chica que después terminaremos de ver esos temas. Indico a recepción que acompañen a la señora hasta mi despacho. No sé quién es, podría ser la mujer del Presidente, podría ser de cualquier compañía, cualquier persona que utiliza esas artimañas para contactar conmigo y poder vender cualquier cosa. Pero algo me dice que no, que es otra persona. Efectivamente, la puerta del despacho se abre y aparece la Señora. Mi rostro se ilumina e irradia luz a toda la estancia. No acierto a articular palabra, traspasa la puerta y la cierra tras sí. Se acerca, pone su mano en mi entrepierna y aprieta. ¿Cómo está mi perro? Sus ojos me deslumbran, su mirada me turba y tengo que agachar la cabeza.
Me indica que me desnude. Miro a la puerta y compruebo que al cerrarla no ha echado el pestillo. Dudo un instante, pero su mirada se hace más firme y comienzo a quitarme la ropa rápidamente. Se sienta en mi sillón y me señala que me meta debajo de la mesa. Abre sus piernas y, como buen perro amaestrado sé lo que quiere. Comienzo a lamer sus piernas, sus muslos, se echa hacia abajo en el sillón y me muestra todo su coño y su culo. Voy lamiendo los labios de su vagina, juego con mi lengua con su clítoris, lo chupo con mis labios, mi lengua recorre el espacio hasta su culo, lo acaricio durante unos instantes, apunto mi lengua en él y la voy introduciendo poco a poco.
Mientras tanto, su pie juega con mi polla, que está a punto de estallar. Suena el teléfono, pero no hago caso y sigo con mi placentera tarea. Introduzco totalmente mi lengua en su coño y alguien se asoma a la puerta. Afortunadamente no me ven, porque estoy debajo de la mesa, pero le dice que estoy ocupado y que no les puedo atender. Sigo introduciendo mi lengua en su coño cada vez más rápido, cada vez más fuerte… hasta que llega su orgasmo y mi boca se llena con sus flujos. Los saboreo, lamo y relamo su coño y sus muslos, para dejarlos bien limpios.
Me indica que ya puedo vestirme, besa mis labios, los muerde y da un golpe en mi polla. “Te has portado bien, perro. Te premiaré” Y sale por la puerta con su porte de princesa, de Señora.
Me indica que me desnude. Miro a la puerta y compruebo que al cerrarla no ha echado el pestillo. Dudo un instante, pero su mirada se hace más firme y comienzo a quitarme la ropa rápidamente. Se sienta en mi sillón y me señala que me meta debajo de la mesa. Abre sus piernas y, como buen perro amaestrado sé lo que quiere. Comienzo a lamer sus piernas, sus muslos, se echa hacia abajo en el sillón y me muestra todo su coño y su culo. Voy lamiendo los labios de su vagina, juego con mi lengua con su clítoris, lo chupo con mis labios, mi lengua recorre el espacio hasta su culo, lo acaricio durante unos instantes, apunto mi lengua en él y la voy introduciendo poco a poco.
Mientras tanto, su pie juega con mi polla, que está a punto de estallar. Suena el teléfono, pero no hago caso y sigo con mi placentera tarea. Introduzco totalmente mi lengua en su coño y alguien se asoma a la puerta. Afortunadamente no me ven, porque estoy debajo de la mesa, pero le dice que estoy ocupado y que no les puedo atender. Sigo introduciendo mi lengua en su coño cada vez más rápido, cada vez más fuerte… hasta que llega su orgasmo y mi boca se llena con sus flujos. Los saboreo, lamo y relamo su coño y sus muslos, para dejarlos bien limpios.
Me indica que ya puedo vestirme, besa mis labios, los muerde y da un golpe en mi polla. “Te has portado bien, perro. Te premiaré” Y sale por la puerta con su porte de princesa, de Señora.