jueves

En el despacho


Estoy en mi despacho, ultimando unos temas con la directora de proyectos. Me avisan de recepción de que hay una Señora que pregunta por mí, y que no quiere identificarse, que manifiesta que soy yo quien necesita verla y que, cuando sepa quién es, dejaré todo lo que esté haciendo para atenderla. Estoy abstraído en los asuntos que estamos viendo, pero un rayo de luz atraviesa mi mente, un presentimiento, y le digo a la chica que después terminaremos de ver esos temas. Indico a recepción que acompañen a la señora hasta mi despacho. No sé quién es, podría ser la mujer del Presidente, podría ser de cualquier compañía, cualquier persona que utiliza esas artimañas para contactar conmigo y poder vender cualquier cosa. Pero algo me dice que no, que es otra persona. Efectivamente, la puerta del despacho se abre y aparece la Señora. Mi rostro se ilumina e irradia luz a toda la estancia. No acierto a articular palabra, traspasa la puerta y la cierra tras sí. Se acerca, pone su mano en mi entrepierna y aprieta. ¿Cómo está mi perro? Sus ojos me deslumbran, su mirada me turba y tengo que agachar la cabeza.
Me indica que me desnude. Miro a la puerta y compruebo que al cerrarla no ha echado el pestillo. Dudo un instante, pero su mirada se hace más firme y comienzo a quitarme la ropa rápidamente. Se sienta en mi sillón y me señala que me meta debajo de la mesa. Abre sus piernas y, como buen perro amaestrado sé lo que quiere. Comienzo a lamer sus piernas, sus muslos, se echa hacia abajo en el sillón y me muestra todo su coño y su culo. Voy lamiendo los labios de su vagina, juego con mi lengua con su clítoris, lo chupo con mis labios, mi lengua recorre el espacio hasta su culo, lo acaricio durante unos instantes, apunto mi lengua en él y la voy introduciendo poco a poco.
Mientras tanto, su pie juega con mi polla, que está a punto de estallar. Suena el teléfono, pero no hago caso y sigo con mi placentera tarea. Introduzco totalmente mi lengua en su coño y alguien se asoma a la puerta. Afortunadamente no me ven, porque estoy debajo de la mesa, pero le dice que estoy ocupado y que no les puedo atender. Sigo introduciendo mi lengua en su coño cada vez más rápido, cada vez más fuerte… hasta que llega su orgasmo y mi boca se llena con sus flujos. Los saboreo, lamo y relamo su coño y sus muslos, para dejarlos bien limpios.
Me indica que ya puedo vestirme, besa mis labios, los muerde y da un golpe en mi polla. “Te has portado bien, perro. Te premiaré” Y sale por la puerta con su porte de princesa, de Señora.

La sirvienta


Subía nervioso los pocos escalones que le separaban de aquel entresuelo. Y no era para menos. Cuando Marga le llamaba para decirle que dejase todo y acudiera a su casa era por algo importante. Aunque, quién sabe, igual era sólo por demostrarle quien mandaba. A su mente llegaba el recuerdo de aquel día en que, estando de viaje, tuvo que dejarlo todo y, totalmente asustado por lo que pudiera haber ocurrido, cogió el primer avión. Cuando por fin tuvo en aquella ocasión a Marga ante sí y le preguntó por qué le había hecho venir tan rápido, lo único que escuchó fue: tenía ganas de tener al zorrón de mi perro a mis pies. Podría ser igual en esta ocasión, aunque algo le decía que esta vez no sería así.
La puerta estaba entreabierta. La empujó suavemente. La casa estaba en semioscuridad y la única luz provenía de la ventana del salón. Allí estaba Marga, sentada en una silla que más parecía un trono. El contraluz daba a su figura un aire casi divino. Aunque no se podían adivinar las facciones de su rostro no importaba, porque la luz que llegaba desde detrás de ella la hacía brillar más aún, sus cabellos parecían aún más dorados y la negra capa que al parecer cubría su cuerpo daba un toque a la escena de mayor misterio.
¡Quieto ahí! Le ordenó con voz dulce pero firme. Quítate esas ropas que traes y ponte lo que hay sobre esa silla. Sus ojos se iban acostumbrando a aquella estancia. Ya podía ver mejor a su Ama. Efectivamente una capa negra cubría aquel precioso cuerpo, el mismo con el que soñaba cada noche. Un cuerpo totalmente desnudo salvo un arnés que sujetaba un amenazante consolador y unas botas con tacones de aguja que le llegaban más arriba de la rodilla. En sus manos una fusta completaba el cuadro, digno de haber sido inmortalizado por el mismísimo Velásquez.
Andrés se había enfundado ya aquellas medias negras y el tanga apenas cubría sus genitales. El delantal blanco y la cofia le hacían parecer un tanto esperpéntico. Pero no le importaba. Muy al contrario, Andrés ya disfrutaba convirtiéndose en una zorra muy puta para su Ama. En otros tiempos aquello le había creado conflictos mentales, en algunas ocasiones llegó a dejar la D/S, su mente no terminaba de admitir aquellas transformaciones... pero por fin llegó a un “entente cordiale” consigo mismo. En la calle seguiría siendo aquel hombre respetable al que muchos admiraban (también hay que reconocer que otros odiaban), pero cuando estuviese con Marga sería todo lo que ella quisiera. Instintivamente se arrodillo ante Marga para que le pintase unos labios muy rojos y le perfilase los ojos para parecer aún más una sirvienta putona. Sabía que a su Ama le encantaba verle así, y ésa era una razón más que suficiente para que a él también le encantase.
Mientras le pintaba los labios, con la otra mano Marga iba recorriendo el cuerpo de su sumiso. De repente la mano se cerró con fuerza y dijo ¿De quién es esta polla? Aunque el dolor por el apretón se le subía a la garganta, Andrés consiguió contestar: De mi dueña y Señora, sólo tuya para que la utilices cómo y para lo que quieras.
La relación entre Marga y Andrés era muy especial. El tuteo era habitual entre ellos, si bien se mantenía el tratamiento de Señora, mi Ama o incluso solamente Marga. Y, aunque instintivamente desde los comienzos Andrés miraba hacia el suelo cuando le hablaba su Ama, a ésta le gustaba que la mirase a los ojos. Por dos razones. Una porque le encantaba que la mirasen y la admirasen, le gustaba sentirse contemplada. Y otra porque disfrutaba mirando los ojos de aquel hombretón que parecía un corderillo asustadizo, casi tembloroso. A veces Marga, bien porque se cansara de mirarle a los ojos o bien por hacerle saber su condición de sumiso, le indicaba que bajara la mirada. Y si Andrés por cualquier razón no se percataba de las indicaciones, la mano de su Ama cruzaba su cara en un sonoro bofetón. A veces incluso le daban ganas de hacer como que no se enteraba, para sentir en su cara aquellos bofetones.
A cuatro patas, Andrés iba lamiendo los pies de su Ama mientras la fusta iba recorriendo la espalda de un Andrés totalmente sometido, dispuesto a todo lo que su Ama desease. De repente se oyó un chasquido y Andrés sintió la picazón de la fusta en su culo. Después vino otro, otro más, y otro... Marga estaba en pié, recorría el cuerpo de Andrés con la fusta... y un nuevo golpe. Hasta que el culo mostraba predominantemente el color rojo. Marga cogió a Andrés de la barbilla, le obligó a abrir la boca y dejó caer lentamente su saliva para que cayese en la boca de Andrés. “Trágala”, traga mi esencia, le decía. Para entonces Marga ya tenía su mano enfundada en un guante de látex blanco y acariciaba lentamente el ano de Andrés para dilatarlo. Él ya sabía lo que vendría después. Mientras iba introduciendo un dedo en aquel sumiso culo, cogió su cabeza y la acercó hasta su coño. “lame, perro, lame con pasión hasta hacerme subir a las estrellas” La lengua de Andrés iba recorriendo los muslos, acariciando aquella deliciosa piel, acercándose más y más a su destino, lentamente... hasta que el sabor de los flujos de su Ama inundó todos los sentidos de aquel dichoso sumiso. La lengua entraba y salía, acariciaba el clítoris una y otra vez, lo rodeaba, sus labios lo aprisionaban, más, más, más... De la boca de Marga salió un grito mientras apretaba con fuerza la cabeza de Andrés entre sus muslos, queriendo con sus manos meterla dentro de ella.
“Date la vuelta, que te voy a poseer, voy a consumar mi dominio sobre ti” Andrés seguía a cuatro patas, sin decir palabra como buen perro, haciendo todo lo que su Ama deseaba. Sintió a Marga detrás de él, le cogió por la cintura y apuntó el consolador en el ano. Lentamente fue entrando hasta que estuvo todo dentro de Andrés. Marga se sentía victoriosa, apretando, llevando el dominio sobre aquel hombre hasta su máxima expresión. Y empujaba, empujaba... Andrés sentía una mezcla de dolor y de placer, estaba a punto de correrse... entonces sintió la mano de Marga presionando su polla, estrujándola, hasta que todo el semen cayó en su mano, la misma mano que había estado momentos antes en el ano de Andrés para dilatarlo. “Toma, tu propio semen y no dejes ni una gota, zorra” Esto decía Marga mientras restregaba el semen por la cara y metía los dedos uno a uno en la boca.
Sonó el timbre de la puerta. “Zorra, arréglate la cofia y el delantal y ve a abrir”. Andrés se quedó atónito. ¿Cómo iba a abrir estando así? ¿Quién estaría llamando a la puerta? ¿Y sin era el cartero, la vecina... Pero no dijo nada. Se dirigió a la puerta...
Andrés se miró un momento en el espejo de la entrada, para cerciorarse de que todo estaba en su sitio. La cofia bien puesta, el delantal derechito... y sus genitales, milagrosamente, sin salirse del tanga. El carmín de los labios había desaparecido por completo. Casi temblando ante la incertidumbre de quién pudiese estar al otro lado de la puerta, descorrió el cerrojo y abrió. La expresión de su rostro se quedó congelada, no acertaba a articular palabra. Delante de él se encontraba una pareja. Casi no reparó en el hombre, aunque en las décimas de segundo que le miró pudo comprobar que era un hombre de mediana edad, bien parecido, bien vestido... Pero sólo le dedicó eso, unas décimas de segundo. Sus ojos se quedaron clavados en ella. Una mujer de unos treinta años, con un leve toque oriental en sus rasgos, de una belleza excepcional. Si el amor a primera vista existe, Andrés se había enamorado en aquel momento.
Los visitantes no se sorprendieron al ver a Andrés de semejante guisa. Ella le sonrió y traspasó la puerta, haciendo una leve caricia sobre la polla del atónito Andrés, por encima del delantal. Se quedó mirándola cómo se iba directamente hasta la habitación donde se encontraba Marga. Estaba claro que conocía la casa. Tenía clase al andar, mucha clase. Podría haber sido modelo, pero también había en sus formas cierto aire de nobleza. El hombre la siguió. Al pasar junto a Andrés le dio un pequeño cachete en el culo.
Después de los oportunos saludos, los visitantes se sentaron en el sofá, mientras que Marga utilizó uno de los sillones.
- Zorra, trae café para mis invitados –le espetó Marga-. El mío ya sabes cómo me gusta.
Andrés se dirigió a la cocina, preparó el café y lo sirvió en una bandeja de plata, como le gustaba a su Ama. Después de servirlo se quedó junto a la puerta, a la espera de nuevas órdenes. Pero no podía dejar de mirar a la recién llegada. Se había quitado la chaqueta (que Andrés había colgado oportunamente en el perchero) y estaba con una camiseta de Versace, una falda corta que no llegaba a ser mini, estando cubiertas sus piernas por unas medias negras. Había tenido las piernas cruzadas mientras hablaba con Marga, lo que había hecho que la falda se subiera, pudiendo verse parte de sus braguitas tanga, también negras.
Por la conversación Andrés pudo saber que se llamaba Yaiza, que era rusa de origen y que no era Ama ni sumisa, pero sí adicta al sexo. En aquel momento Yaiza tenía la falda casi en la cintura y las piernas abiertas. Marga interrumpió la conversación y se quedó mirando fijamente a Andrés.
- Putón ¿te gusta lo que ves? ¿Y a qué estás esperando para complacer a mi invitada? Quiero que le comas el coño de forma que la hagas disfrutar como haces conmigo.
Fue terminar de hablar su Ama y Andrés ya se encontraba de rodillas ante Yaiza, pasando su lengua por aquellos muslos que parecían hechos de seda. Mientras tanto, El acompañante de Yaiza se había sentado en el reposabrazos del sillón donde se encontraba Marga. Lo último que Andrés vio fue que se estaban besando apasionadamente. Pero él tenía una misión que cumplir. Fue poco a poco acercando su boca, su lengua, atraído por aquel coño que imaginaba detrás de las braguitas, que por cierto, ya estaban húmedas antes de que llegase a ellas la boca de Andrés. Con su lengua las separó y pudo apreciar que aquel coñito estaba totalmente rasurado. Era un auténtico manjar. Mentalmente daba gracias a su Ama por aquel festín. Puso toda su atención en realizar una buena faena. Por complacer a su Ama, por disfrutar él también y, sobre todo, por dejar una buena impresión a aquella belleza. Fue acariciando el clítoris con su lengua, le hacía crecer, metía su lengua (por cierto, una lengua más larga de lo habitual) en el interior de la vagina, realizaba pequeñas presiones con sus labios sobre el clítoris, le empujaba a veces con más ímpetu, a veces dulcemente, según las reacciones que notaba en ella. Yaiza comenzó a proferir unos chillidos casi apagados, pero cada vez más intensos y seguidos, apretaba la cabeza de Andrés contra su coño hasta que lanzó un grito fuerte y apretó a Andrés con tal fuerza que por un momento pensó que su cabeza iba a estallar. Su boca se llenó de los flujos de aquella diosa. Inesperadamente ella se puso en pie e hizo que él también se incorporara si dejar de tener la cabeza de Andrés entre las manos. Cuando ambos estuvieron de pie, uno frente al otro, le besó en la boca con furia, sorbiendo sus propios flujos desde la boca de Andrés. Mientras tanto, fue quitándole el delantal (la cofia había desaparecido mucho antes) y le arrancó de un golpe el tanga, destrozándolo. Los dos desnudos, uno frente al otro, los cuerpos pegados sin dejar de besarse. Andrés no daba crédito a lo que estaba ocurriendo. Volvía a ser un hombre normal besando a una mujer ¡Y qué mujer! Temía que aquello fuese un sueño y despertarse en cualquier momento. Pero no, no lo era, ella era real, de carne y hueso. Sintió cómo cogía su polla con aquellas tiernas manos y se la metía dentro. Andrés la abrazó con fuerza, se sentía bien, se sentía hombre. Pero en ese mismo instante sintió arder su culo por efecto de un fustazo de su Ama.
- Ni te atrevas a tocarla. Tú sólo hazla disfrutar. Y haz bien el trabajo, pero sin olvidar que eres mi puta zorra.
Aquello desconcentró a Andrés y su polla se vino abajo. Yaiza le empujó sobre el sofá, lo tumbó y se sentó sobre sus piernas. Mírame, le dijo. Y acto seguido dejó caer sus cabellos rubios sobre la polla de Andrés, acariciándola con ellos. Con su mano los echó hacia atrás –no dejes de mirarme, le repitió- y, mirándole a los ojos, comenzó a pasar su lengua por la polla. Andrés quería estallar. “Aguanta, no vayas a correrte”. Andrés escuchó la voz de su Ama diciendo a Yaiza que no se preocupara, que esa puta zorra no se correría, porque ya sabía lo que podría suceder si lo hacía.
Andrés pensaba que jamás había tenido la polla tan dura, estaba mirando cómo ella la iba lamiendo, hasta que la introdujo totalmente en su boca, succionándola con énfasis. Pensaba que no iba aguantar, que iba a estallar en la boca de aquella preciosidad. Pero en ese momento ella levantó la cabeza, le acarició en la cara, “tranquilo, y fue introduciendo sus dedos uno a uno en la boca de Andrés, jugando con sus labios, llevándolos después a su propia boca y chupándolos lentamente, sonriendo a Andrés. Tan absorto estaba el pobre sumiso viendo aquella escena que ni se había dado cuenta de que Yaiza había cogido la polla y se la había introducido en su coño y comenzaba a cabalgar sobre Andrés. Yaiza saltaba y saltaba sobre la polla de Andrés, gritaba en ruso algo que Andrés no acertaba a descifrar, se aferraba a la cintura de “su montura” para que la polla no llegase a salirse... hasta que de nuevo lanzó un grito y cayó sobre él abrazándolo, besándolo por todo el cuerpo y quedándose tiernamente abrazada a él, dándole dulces besitos en sus labios.
Andrés perdió la noción del tiempo y del lugar en que se encontraba. Instintivamente comenzó a acariciarle los cabellos con una mano mientras la otra recorría la espalda de aquella mujer. De repente sintió un mordisco en sus labios. Tenía los ojos de su Ama casi pegando a los suyos.
- Te había dicho que ni se te ocurriera tocarla. ¿Pensabas por un momento que volvías a ser un hombre? Eres una puta zorra, no lo olvides, “mi puta zorra”. Y para que lo recuerdes siempre, ahora vas a saber lo que es bueno. Carlos es bisexual (al parecer el visitante se llamaba así) y te voy a entregar a él durante el resto del día. Vas a ser más zorra que nunca.

La primera vez

Era nuestra primera vez. Después de infinidad de conversaciones a través del messenger, por fin íbamos a conocernos personalmente. Yo me había hospedado en el hotel que me habías recomendado y allí me encontraba, en aquella cafetería, esperando tu llegada hecho un manojo de nervios. Un tipo oriental (japonés, chino o vaya usted a saber de qué nacionalidad) leía un periódico pausadamente, como pareciendo analizar todo. O al vez porque tuviese dificultades con el idioma. Junto al ventanal, una pareja se llenaba de cariñitos. Fácilmente se podía deducir que se trataba de unos recién casados en tránsito a cualquier parte.
Como me habías indicado, había elegido un rincón de aquella cafetería desde el que se podía dominar todo el local y, por estar próximo a uno de los ventanales, también lo que ocurría en la calle. Sin embargo, absorto como estaba en mis pensamientos, no te vi llegar. De repente te presentí a mi lado. Levante la vista y allí estabas, sonriente, altiva, mirándome, observándome desde la altura que te proporcionaba el que tú estuvieses de pie y yo permaneciese aún sentado. Elegante, con un abrigo oscuro (entre negro y azul) y lo que bien podrían ser unas botas o unos botines, pero con un tacón alto en cualquier caso. Intenté levantarme, pero con tu mano empujaste sobre mi hombro, obligándome a permanecer en aquella posición, a la vez que acercaste tu cara a la mía y me besaste en la boca, terminando el breve beso con un pequeño mordisco en los labios. Te desabrochaste el abrigo. Efectivamente eran unas botas hasta la rodilla, una falda negra que casi llegaba a ser “mini” y una blusa del mismo color. Los dos botones superiores desabrochados permitían adivinar un sujetador de color rojo. Yo casi temblaba al contemplarte tan cerca, ese cuerpo con el que tanto había soñado, esos labios que tanto había deseado, aquellas piernas que tantas veces había imaginado acariciar... Allí estabas, junto a mí.
Cuando el camarero se acercó le pediste un café, sin mirarle, con tu vista clavada en mis ojos, en mis manos que temblorosas no se atrevían a tomar mi taza de café, no fuese a tirarla completamente. Cuando se hubo marchado el camarero, tu mano se dirigió directamente a mi entrepierna, acariciando mi polla por encima del pantalón.
- Así no me servirá para nada, dijiste. Tendrás que hacerla crecer.
Bien fuese por las caricias de tu mano, bien porque mi imaginación comenzaba a dispararse presintiendo tu cuerpo desnudo, mi polla obedeció rápidamente a tus deseos y comenzó a crecer. Llegó el camarero con tu café, pero tu mano no se quitó ni un momento de donde se encontraba y mi polla crecía más y más. Antes de que se fuese le pagué, diste dos sorbos, me miraste, y dijiste: “vamos”.
Junto a nosotros subieron al ascensor el chino, japonés o lo que fuese y dos individuos que parecían ejecutivos de alguna firma comercial. Como nosotros habíamos entrado primero, estábamos pegados a la pared del fondo. Los ejecutivos charlaban animadamente entre ellos de alguna venta importante, mientras que el oriental tenía sus ojos clavados en la puerta. Mi mano se dirigió disimuladamente a tus piernas, acarició tus muslos y los dedos apartaron el tanga y se introdujeron directamente en tu coño. ¡Albricias! Estabas chorreando. Llevé un dedo a mi boca y saboreé tus flujos. Cogiste mi mano y llevaste el dedo a tus labios, acariciándolo sensualmente.
Al salir del ascensor pude observar como las miradas de aquellos tres individuos se clavaban en tu blusa, seguramente tratando de conseguir ver algo más de lo que se adivinaba. Saliste del ascensor con una sonrisa en tus labios como quien se sabe triunfadora.
Cerrarse tras nosotros la puerta de la habitación y tomarte en mis brazos fue todo uno. Mis labios buscaron los tuyos, mi lengua se introdujo en tu boca mientras mis manos recorrían alocadamente todo tu cuerpo. Fui desnudándote con más torpeza que prisa. Cayó la blusa, también la falda... me aparté un segundo para contemplarte, con aquellas botas negras y tu ropa interior roja. Realmente magnífica. Con un clic cayó también el sujetador y mi boca buscó tus pechos, lamiéndolos, mordiendo tus pezones, queriendo llevar la lengua a cada uno de los poros de tu piel. Me diste un mordisco en el cuello que me hizo dar un respingo y te fui empujando para que tu boca bajase por mi cuerpo, que ya también se encontraba desnudo. Mi polla, totalmente dura, llegó a la altura de tu boca. La tomaste entre tus manos como quien coge un tesoro, la besaste tiernamente en la punta, me miraste fijamente a los ojos... y la situación dio un giro de 180 grados. Te levantaste y tu mano estalló contra mi cara en una sonora bofetada. En esa misma décima de segundo comprendí mi condición de sumiso y caí de rodillas.
- Yo haré lo que me dé la gana en el momento que me apetezca, pero no cuando tú lo decidas, me dijiste al oído.
Acto seguido cogiste mi cabeza entre tus manos y la llevaste hasta tu coño, restregando mi boca por él, de un lado a otro. Mi boca se llenó de tus flujos y mi lengua penetró en ti y comenzó a acariciar el clítoris, suave primero y después cada vez más aprisa, con mas fiereza.
- Cabrón, me gusta como me lo haces.
Hiciste que levantara la mirada hacia tu rostro y dejaste caer tu saliva en mi boca, para llevarme otra vez entre tus piernas, apretándome con tus muslos. Yo estaba como loco, como un perrito hambriento al que le hubiesen puesto el mejor plato de comida delante. Quería engullirlo todo mientras me decías “Sí, perro, cómetelo todo, más fuerte, zorra, quiero correrme y que bebas de mí”. Sentí como te corrías, no solo por tus espasmos, sino también por los flujos que inundaban mi boca. Cuando habías terminado fui a levantarme, pero me obligaste a tumbarme en el suelo mientras decías “Quieta, puta, que aún hay más. Te pusiste en cuclillas sobre mí y tu lluvia dorada comenzó a caer sobre mi pecho, salpicándome en la cara y llegando después hasta mi polla. Cuando habías terminado, lo acercaste a mi boca para que lo dejase bien limpio.
- Ahora prepara el baño, que después iremos a un sex shop. Quiero comprar contigo un equipo para jugar.

viernes

Martes 13

¿Es lícito enamorarse de mi Ama? ya no sé ponerle calificativos a lo que siento por ella, adoración, sumisión, amor......, o todo a la vez. Tiemblo siempre ante su presencia y siento, aunque sea un contrasentido, paz y confianza plena en ella.
En esta ocasión tocó experimentar, así que a esperar acontecimientos, no se hizo de rogar y me propuso hacerme una suspensión. Recientemente había estado ilustrándome sobre el tema y las precauciones lógicas de dicha técnica, no voy a comentarlas aqui, sólo diré que estaba acojonado, pero acepté y con gran diligencia me dejé hacer, me ató con la maestría que la caracteriza y como de un ceremonial se tratase me ví colgado y a su merced, sintiéndome un pelele en su poder, pasé miedo, mucho miedo, pensé que la barra a la que estaba colgado cedería en cualquier momento y pudiese ocurrir alguna desgracia, pero a pesar del miedo, quise llegar hasta donde mi Ama quisiera llegar y así fue, por dos ocasiones me vi supendido y pudo comprobar que todo estaba a su plena satisfacción, respiré aliviado cuando pude volver a poner mis pies en el suelo y de poder haber servido a mi Dueña.
Hay que seguir siempre aprendiendo y esta vez tocó por no haber leido un comentario que habia escrito mi Ama en este blog, fueron fustazos que a medida que se iban estrellando en mis nalgas había de contar y agradecer cada uno de ellos, fueron dos series de 12 azotes, confieso que necesitaba que me maltratara, tenía necesidad de ella después de tanto tiempo sin vernos, atendió igualmente mis pezones con pellizcos y pinzas y mi pene fue puesto en erección con sabios golpes de fusta despues de haberme privado la visión con un antifaz, por lo que se ve, no debí ser muy trasto pues permitió que le diese masaje en los pies, empecé con las manos pero le pedí que si me dejaba pasar mi lengua por tan bellos pies y para mi mayor satisfacción accedió, así que me recree lamiendo y lamiendo uno y otro pie, me encanta.
El siguiente experimento no se pudo realizar, algo falló, cuestiones técnicas, era un aparato que supuestamente emitía unas pequeñas corrientes al contacto de una varita con la piel, pero en ningún momento pude notar dichas corrientes, así que después de varios intentos hubo de desistir en el empeño. Ante dicha frustración, mi Ama estaba sentada sobre una manta y yo me acurruqué como un perrito a su lado , a la espera de lo que ella quisiera, hubo algunos pequeños comentarios y muchos silencios, hasta los silencios son encantadores al lado de mi Ama.
Esta vez no me permitió correrme y que no lo fuese a hacer hasta que ella me lo ordenara, han pasado ya dos dias y aunque lo estoy pasando muy mal porque rememoro a cada instante todos los segundos que paso a su lado y como es fácil de comprender me llegan unas erecciones que he tenido que abortar en ocasiones hasta con agua fria, todo sea por complacer a mi Diosa.
Nada más llegar a casa me metí en el ordenador para saber que comentario me había dejado de mis relatos, no podía creer lo que leí, se me quedó una cara de satisfacción al saber que iba a ser instruido para poder llegar a conseguir su collar, es lo más bonito y maravilloso que pudieran decirme pues disiparon muchas de mis dudas sobre mi futuro con respecto a mi Ama, me queda un largo aprendizaje, pero espero poder conseguir la dicha de verme con el collar de mi Ama.

sábado

¿TIENES LIBRE EL VIERNES POR LA MAÑANA?

Inesperadamente me preguntó mi Dueña que si tenía el viernes libre por la mañana. Mi respuesta, como se puede imaginar fue SIIIIII, sin pensar en si tenía o no alguna cosa pendiente, me daba igual, lo primero era lo primero, mi AMA y así es como he decidido vivir mi vida, con entrega a ella y lo que desee hacer conmigo. Mi voluntad ha pasado a ser la suya y mi cuerpo igualmente.

Esta vez fue en la estación donde me recogió a las 9 de la mañana, algo de frio que se me quitó nada mas ver acercarse su vehiculo, ya no sentía más nada que su presencia que me lo llenaba todo. Fuimos a desayunar con una charla distendida y amena.

Por fin llegamos a su apartamento y tuvimos que seguir con la colocación de enseres que seguía trayendo, esta vez tocó una jaula y ella ya había traido un potro y un poste de apuntalamiento, retiramos camas y quedó una bonita estancia con algo más de claridad que nos permitió colocar lo que a la larga espero que sea mi rincón del placer de mi Ama, va tomando forma, faltan detalles según ella.

¿Sabeis lo que es una perra estúpida y torpe?, yo lo soy, y así me comporté, ella estaba sentada en el potro cuando no se me ocurre otra cosa que quitarme la ropa para quedarme con un tanga que había adquirido para el momento, me puse delante de ella de esa guisa y empezó a mirarme, sus ojos ya me hicieron presagiar que algo no funcionaba, pero con pasmosa tranquilidad cogió una fusta y empezó a golpear mi trasero con saña, advirtiéndome de que quién coño era yo para tomar decisiones, era ella la que decide lo que se hace en todo momento,¿ se puede aprender más rápido una lección?. A pesar de mi estado dolorido no tuve por menos que darle las gracias por disciplinarme y de qué manera, GRACIAS AMA.

la sesión transcurrió ya bajo su directriz. Bondage, azotes, pinzamiento de pezones ocupó toda la mañana, dicho así suena algo frío, pero es inenarrable con palabras las sensaciones y el buen hacer de mi Dueña, es una Diosa, con unos movimientos lentos y seguro e interpretando a la perfección cada acto, yo digo interpretar, pero no es así, algo asi no se puede interpretar se lleva muy dentro y mi Ama lo lleva.

Esta vez tocó un dildo de grandes dimensiones el que iba a ser objeto de penetración en mis entrañas, así fue, era una polla de 20 cms.la que exhibió ante mis ojos y hube de lamer con fruicción antes de ser enculado, yo no pensé que toda me fuera a entrar, pero poco a poco mi AMA se encargó de que asi fuera, mis manos sobre el potro y ofreciendome por completo a ella y muy lentamente consiguió que toda estuviera dentro, yo gemía de dolor y placer a cada embite sin atreverme a decir nada para no contrariarla y que se complaciera con mi entrega.

Hoy te voy a permitir que te corras, a mi en esos momentos me daba igual correrme que no, yo solo quería que ella estuviese feliz y complacerla en todo. Se sentó de nuevo en el potro y a mi me hizo sentar en una silla delante de ella- quitame los zapatos, hoy quiero darme un masaje en los pies pero con tus testiculos - y así lo hizo, siempre con esa elegancia y superioridad que sabe que posee, sus bellisimos pies se frotaron una y otra vez por mis huevos y mi pene - quiero que te corras en mis pies - con la ayuda de unos sabios estiramientos de mis pezones me corrí...y derramé algunas gotas de mi leche sobre su pie derecho que posteriormente tuve que lamer. Fué entonces cuando yo quise entender que me fuera al cuarto de baño y lavarme y así lo hice, tardé algo en hacerlo y a mi vuelta me encuentro a mi AMA en la misma posición que la dejé, y preguntándome que para cuándo sería el que le llevase la toalla para limpiar bien sus pies, no sabía donde meterme, saltó del potro, después de haberla limpiado y calzada, se dirigió de nuevo al armario y esgrimió una fusta que sucesivamente se fue estrellando en mi cuerpo una y otra vez, nunca vi a mi AMA asi y gritándome, fué lo mas doloroso que ha hecho nadie conmigo hasta ahora, no parando de pedirle perdón para que cesase el castigo, que solo terminó cuando ella quiso. Segunda gran lección del dia que por supuesto mi dolorido cuerpo hubo de agradecer de nuevo a mi Gran Señora. GRACIAS AMA. A pesar de mi orgasmo sigo siendo suyo y se sigue haciendo lo que ella dicte GRACIAS DE NUEVO.

En esos momento yo solo pensaba en que pudiera rechazarme por inútil, pero no, con su maestría me hizo ver que era la forma de adiestrarme para ella.

Obvié comentar antes mi estancia en la jaula, porque SI, fueron sensaciones muy diferentes, después del primer adoctrinamiento me enjauló y me hizo recapacitar sobre mis errores, fueron minutos interminables que grabaron en mi mente lo que no debía de hacer.

Por lo demás, vuelta a la realidad, tomamos una cervecita juntos, disfrutandonos y comentando la sesión, la verdad es que también lo pasamos bien en esos momentos, es tan fácil estar con ella que nos permitimos unos momentos de risa y charla distendida, que más puedo pedir. LA ADORO dentro y fuera de las relaciones, es algo muy importante para mi, tan importante que es lo único que ocupa mi mente

DESEO,MIEDO,DOLOR,ENTREGA Y QUE NO PASARAN LOS MINUTOS

Por primera vez pude ver con mis ojos a mi Señora en una noche de luna llena, temperatura agradable, fué una larga tarde de espera, yo me habia desplazado al lugar de encuentro con mucha antelación, a pesar de que ella me advirtió que estaría ocupada en la peluquería y no sabría cuando terminaría. Bueno, el relato de esa tarde y mis sensaciones creo que se lo expresé en un correo que le mandé en cuanto llegue a mi casa:



Era verdad, una noche sin dormir. Al dia siguiente conocería a una Señora, Dama, Ama y vida entera, todo lo que se puede esperar. Sueño, ilusión, incertidumbre y miedo. Toda una apuesta a Todo o nada. ¿le gustaré?,¿habrá quimica?,¿sentirá lo mismo que yo siento por ella, aún sin conocerla?......Mil preguntas se agolpaban en mi mente. La conocí, bendito dia 12, luna llena, un bar, uno sentado enfrente del otro, no podía dejar de mirarla,mi ser entero me decía abrazala, besala, que por Dios fuese mi Dueña. ¿Me permite que coja su mano?, ella accedió. Manos calientes que hervian con la frialdad de las mias, pero que me transmitian sensaciones de bienestar y de pertenencia, hubiera querido que me diese una patada en las espinillas, que rompiera mi piel con sus uñas, que me humillase de alguna manera, pero no, sólo sentí su calor, su conversación agradable y el no querer que ese momento acabase nunca, aguanté la formalidad y el bienhacer que correspondía a un primer encuentro. No pude más, en mitad de la calle y sin importar nada, me abracé a ella a la espera de no ser rechazado y palabras como felicidad, bienestar, placer y demás zarandajas se quedaban chicas comparadas a lo que en esos momentos sentía. Otra noche sin dormir, ¿Quién podría hacerlo? mi vida se llenó, es real, de carne y hueso y pronto podré ser suyo, prometo entregarme por completo a ella, satisfacer su más minimo deseo y ser feliz complaciendola. ¿Dormir?, ¿quién puede dormir sintiendo como siento? El mejor paisaje comtemplable, aunque ella me dijo que ella no era ningún paisaje, pero para mi era la estampa más bonita que jamás pude contemplar, había visto fotografias de ella, habiamos hablado telefonicamente, pero ganaba por goleada su presencia ante mi, más de lo que yo podría imaginar: bella, guapa, bonita, encantadora, sólo me preocupó en principio su mirada huidiza, que más que preocuparme me hacía presagiar alguna especie de rechazo, que por suerte no fue asi, GRACIAS MI REINA POR EXISTIR y que el destino que nos ha unido nos ayude a conservar algo tan lindo como ha sido este maravilloso principio. Precipitado es decir que te quiero, me importa un huevo las precipitaciones, TE QUIERO, Sueño y Realidad mia, formas parte de mi vida por haberte cruzado en ella y ya me has hecho feliz solo con conocerte.

Justo una semana después llegaría el dia de postrarme ante ella y entregarme por completo, quedamos en la estación de tren, ella me recogió con su coche, no había comido por lo que paramos a tomar una hamburguesa. Desde el momento que la ví comencé a temblar, ella me lo notó, era esa mezcla de deseo, miedo e inseguridad por no saber si podría estar a la altura de las circunstancias, yo había tenido anteriormente alguna experiencia, pero en esta ocasión se me perdía el guión y solo deseaba que ella tomara el timón y fuese la capitana de tan linda singladura. Así fué, nos dirigimos a un apartamento que ibamos a estrenar, por lo que cuando llegamos subimos los enseres que ella llevaba en el maletero, eran algunas cajas, bolsas y un fardo con fustas de todo tipo. Nunca me podría imaginar que todo aquello era un verdadero arsenal de utiles para la práctica del D/S, había de todo, lo imaginable y por lo imaginar, yo no sabía donde me había metido, quería huir, pero mis pies no se movían, volví a pensar si podría responder a todas las demandas de mi Dueña.
Después de ver la casa, colocar los benditos enseres que poseía y acondicionar una habitación fue el momento de empezar. Voy al servicio- me dijo- cuando vuelva quiero que te quites la ropa. Así fué, me precipité a quitarmelo todo, pero luego pensé que los slips me los dejaría. y asi me quedé de pie en medio de la habitación a la espera de mi Ama, segundos interminables, pero por fin apareció. Me miró de arriba a abajo y me hizo quitar los calzoncillos, me miró y me miró, me hizo dar giros para verme por completo, un verdadero examen minucioso, hubiera pagado lo que fuese por saber su impresión en ese momento. Las piernas me seguian temblando. En estos momentos no sabria retomar el hilo exacto de los acontecimientos, pero si sé que hubo un momento en el que me hizo que le calzara unas bellisimas botas muy altas, y fué cuando verdaderamente se vió reflejado mi nerviosismo, no atinaba a encajarlas en sus lindos pies. al cabo del rato con algo de su ayuda y siguiendo sus instrucciones se las calcé. Madre mia que alivió sentí, mereció la pena, me vi arrodillado ante mi Ama y no podía apartar mi vista de la imagen que se me ofrecía, era una Diosa, todo lo imaginable en sueños estaba delante de mi y se movía y por fin empecé a sentir su seguridad y su buen hacer, por supuesto me hizo lamer sus botas. Creo recordar que lo primero que me hizo hacer fue arrodillarme y agachar mi cuerpo para con sus uñas, suponía yo, desplazarlas con vigor haciendo lineas por toda mi espalda, sentí un placer enorme y, vuelta a la dualidad, miedo a lo que pudiera hacerme y si podría complacerla
en todos sus deseos.
Eran maravillosos sus silencios, sus guantazos, sus expresiones, era una perfecta actriz y puedo asegurar que me estremecía de placer ante todo lo vivido. Llegó la sesión de azotes, ahí, tuve que estar fuerte, no sabía el grado de dureza que iba a emplear conmigo y sí que fue dura, dejó todo mi cuerpo marcado con sus fustas, todo ello siempre acompañado de que mis pezones siempre fueron objeto de atención casi permanente, pinzados y maltratados a su antojo, eso ´sí, adoraba que lo hiciera, porque yo le había comentado que me excitaban mucho, y no sé porque se lo dije porque se ensañó en ellos, bendito ensañamiento.
Hubo un momento en que me pidió que le trajera agua, asi lo hice, bebió a sorbos pequeños, con esa elegancia que me fascinaba y al pronto me preguntó si tenía sed, a lo que asentí, sorbió de su vaso y me la echó en mi boca de la suya, así en varias ocasiones, eso no era agua, era un manjar que no quería que se me escapara de mi boca, pero ella lleno mi cara y mi cuerpo con el liquido.
Yo ya no cabía de gozo, era la sesión mas apasionente de mi vida, pero lo mejor estaba por llegar.
Llegó por fin el momento de sodomizarme, se colocó un arnés, untó mi trasero con crema, yo estaba de espalda a ella con mis manos sobre la pared y empezó a penetrar mi ano, me sentí realmente una puta, puta de mi Ama y completamente suyo, inenarrables las sensaciones, hubo un momento en el que tocaría algún punto que casi me hace llegar al orgasmo, teniendome que reprimir por miedo a cual pudiera ser su reacción. No quería que llegase el inevitable momento de tener que dejar de sentirla, pero tuvo que suceder, pero hasta para eso fue elegante,haciendolo todo tan fácil y tan bonito, le saqué sus botas y me dijo que le diera un masaje en los pies, adoración era lo que sentí por sus pies, asi que se los lamí por todas partes hasta que el dichoso reloj nos decía que había que cumplir una tarea inexcusable y hubo que dejarlo
Mi única obsesión era saber si había sido de su agrado, a lo que ella asintió, No pude por menos que abrazarme a ella, sintiendo un gran alivio y agradeciendole que asi hubuiera sido.GRACIAS,GRACIAS Y GRACIAS POR EXISTIR, SEÑORA, SUYO PARA SIEMPRE SI ES SU DESEO. Algo gracioso, me dijo que: Espero que no exista una señora de...X, porque como te vea asi..., señalando mi cuerpo con todas mis maravillosas marcas, jajajajajaja